En el primer semestre de 2015, Cristian, como uno entre tantos jóvenes, ingresó a la universidad con el sueño de convertirse en periodista deportivo. Un recorrido que empezaría a cursar desde su condición de discapacidad física. ¿Existe educación superior para personas con discapacidad? Aquí él mismo nos cuenta su historia.
Mi nombre es Cristian Camacho, tengo 21 años y orgullosamente me encuentro en segundo semestre de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de la Sabana. Yo tengo una parálisis cerebral con Diplejia Espástica. ¿Qué es esto? Yo nací de cinco meses, me dieron tres paros cardiorrespiratorios de los cuales salí victorioso en las dos primeras oportunidades, pero en la última me salvaron tarde y me quedaron unas lagunas en el hemisferio izquierdo del cerebro que me impide la marcha y la motricidad. Por eso uso silla de ruedas.
A lo largo de mi vida, he tenido cerca de 88 cirugías y tratamientos con el objetivo de mejorar mi marcha, entre ellos se encuentran el alargamiento de tendones, la reconstrucción de mi pie, me han construido la cadera, las rodillas y he estado enyesado por casi tres meses. No les niego que ha sido difícil, sobre todo ver a mi familia afectada por mi situación. La rehabilitación la inicié desde muy pequeño, y fue algo complejo porque ganar movilidad es difícil, y no es que me haya rendido, pero hace 5 años decidí escoger entre la rehabilitación física o estudiar y aunque no fue fácil opté por la segunda, porque lo que decido tiene que tener mi empeño 100%, todas mis ganas y energía. Mi sueño también es verme caminando.
“La decisión de que dejara un poco la rehabilitación a un lado fue tomada en familia, entendiendo que su objetivo específico en este momento es salir adelante académicamente y ser el profesional que sueña. Estoy feliz porque él está cumpliendo sus sueños y el esfuerzo que hace cada día se está viendo recompensado con una educación inclusiva. Pero por supuesto que Cris volverá a retomar su rehabilitación para completar con un avance completo en su proceso” cuenta Diana, madre de Cristian.
Tengo que ser sincero y aceptar que fue difícil conseguir una universidad para mí. Me tocó analizar muchos factores en cuanto a movilidad, infraestructura, salones adecuados y espacios en general. Entré en un proceso de búsqueda, filtro y selección. Cuando decidí que iba a estudiar comunicación social y periodismo, porque mi sueño es ser periodista deportivo, encontré que la Sabana era la indicada por el programa que tenía y seguido a esto era una de las que se adecuaba a mis necesidades. Sin embargo, temí la respuesta que pudiera obtener de parte de ellos. Presenté el proceso normal, me entrevistaron y pasé las pruebas que el proceso de admisión tiene. Sabía que mis conocimientos los podía aplicar muy bien y así lograr el sueño de graduarme de una universidad.
El apoyo de la universidad es grande pero el de mis compañeros es inmenso y esto me facilita mi vida estudiantil. Acepto que muchas veces no me gusta pedir ayuda, porque no a todos los que te diriges lo reciben de la mejor manera. Muchas veces prefiero esperar que alguien le nazca brindarme ayuda para pasar puentes o para llegar más rápido de un lado a otro. Hay días en que espero hasta 30 minutos para que alguien me ayude, y otros, en que es cuestión de segundos que alguien lo haga.
Tener una condición de discapacidad no es un impedimento. Si te levantas cada mañana teniendo una meta en tu cabeza, pueda que no la cumplas en corto tiempo, pero si trabajas para que se dé, seguro lo lograrás. La discapacidad solo está en la mente, tú mismo te encargas de forjar tus propias barreras y de ponerte inconvenientes. La silla de ruedas no me impide el desarrollo de mis otras capacidades y menos si cuento con el apoyo y el amor de mis padres, mis hermanos y mis amigos.

La educación superior inclusiva también es posible gracias a los compañeros de clase.
“En las clases todos somos iguales. Él sí tiene prioridad de ubicarse adelante y de grabar las clases para lograr su recordación pero por ejemplo las evaluaciones son iguales para todos. Solo hasta que convives a diario con personas con discapacidad, conoces las enseñanzas tan enormes que te dan, trascendiendo de un tema académico a valores de vida (…) ingresar a la educación superior debe ser una opción para todos y él es un ejemplo de que la inclusión educativa a personas con discapacidad es viable.” Afirma Jeimy Hernández, compañera de Cristian.
No solo se trata de mis ganas para estudiar sino de la cooperación que las instituciones educativas deberían brindarte para que te realices profesionalmente. Hay que despejar ese mito de porque tienes una limitación física entonces eres menos, no. Al contrario, eres igual y en muchos casos hasta superior cognitivamente. Esa fuerza nace de las pruebas que, desde tu condición, superas a diario, pruebas que deberían estar enfocadas en los retos del estudio y no en si tienes derecho a estudiar dignamente.
“Mi mensaje está dirigido a todos aquellos que creen que una limitación física no les permite cumplir sueños. Quitémonos las gafas que no nos dejan ver más allá. La solución no es encerrarse, al contrario, es salir a culturizarse como persona y como profesional. Si pones de tu parte le enseñaremos a la sociedad como cambiar esa percepción”
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